jueves, 18 de marzo de 2010

"Cronicas de un vagabundo" (experiencia primera)

...emerjo sobre el agua al tiempo justo de exhalar la bocanada de aire que proporcionara a mis pulmones el suficiente oxigeno para seguir viviendo, a la vez que el sol y la salitre ciegan mis ojos impidiéndome ver los cadáveres que flotan a mi alrededor, solo en el intento desesperado de aferrarme a algo, me doy cuenta de la perspectiva que me rodea…doscientos veinte tripulantes, alguien mas debería seguir con vida.
Mi mente, aun aturdida, recuerda sus rostros y mi garganta se desgarra pronunciando sus nombres, giro la cabeza en todas direcciones y a algunos de ellos les veo en cubierta, otros, afilan sus armas o aseguran las cuerdas que sujetan a los cañones ante el retroceso, pero nadie contesta…y una realidad que me congela el alma mas que las frías aguas que me cubren me dice que estoy solo…
…debo salir de aquí, en unas horas los cadáveres descompuestos y reblandecidos por el agua producirán tal hedor que hará aun más difícil mantenerse a flote…
… parte del casco, que por alguna milagrosa razón sigue flotando a varias decenas de metros de mi, es mi única esperanza donde descansar mi fatigado cuerpo y secar mis ropajes, pero al llegar a el, mi única esperanza desfallece al severo golpe de una ola y el contrapeso que produce mi cuerpo, enviándome de nuevo bajo las aguas, absorbido por el remolino que produce al hundirse…
…es curioso, que en este momento de mi vida, dependa de este maloliente barril que utilizaba para salar el pescado, la madera hinchada, presiona los aros de metal como la sortija el dedo de una esposa que a falta de ser admirada se abandona al paso de los años, impidiendo que se desmorone como el resto del navío…y aunque no sea muy estable, es el mejor lugar donde pasar la noche que comienza al asomo de este rojizo atardecer…

…la cabeza desorejada de Cuthbert flota al desunisono pero grotescamente unida al cuerpo del señor Hamleigh, el contramaestre…el Señor Hamleigh le había cortado las orejas a Cuthbert unos días antes, tras sorprenderle robando algunas monedas de oro de su bolsa, la cual escondía bajo el camastro de su camarote...”cuando lleguemos al primer puerto, las ratas de los almacenes de los muelles compartirán su comida contigo, mientras yo lo recordare abrazado a dos hermosas vírgenes”…dijo mientras carcajeándose cortaba las orejas del viejo Cuthbert y las arrojaba al mar… la verdad, ahora que les veo flotando, recuerdo que jamás les había visto tan unidos, y es que la muerte, no hace tan diferentes a los hombres…mientras, la señora Cuthbert y la señora Hamleigh cortan las primeras rosas del jardín y los niños corren a esconderse del que con los ojillos semicerrados cuenta hasta diez…
…consumiendo casi mis ultimas energías, logro reunir algunos de aquellos barriles de salazón y parte de una de las velas, algunos trozos de cuerdas y la gorra del Capitán Willians, consiguiendo un lugar en el que no hundirme cuando el frío de la noche hiele mis articulaciones…luego…el desfallecimiento que me sume en el mas profundo de los sueños…

“…con una destreza casi prestidigitadora tensa el arco de dos cuerdas y las puntas de las flechas se acercan a la mano que lo sujeta, delgada, de finos dedos pero fuerte, su mirada, aunque fija en el blanco, se percata de mi presencia…no pestañea…durante unos segundos aguanta la respiración mientras mi vista es incapaz de retirarse de aquel rostro apacible, lleno de serenidad, su mano se abre y las dos flechas silban cortando el aire, mientras gira su delicado cuello y me mira a la vez que sonríe y me ofrece el arco, sin poder dejar de contemplarla, tomo el arco mientras mis oídos siguen el recorrido de las dos varillas de afiladas puntas de madera, y su impacto sobre el blanco…una tras la otra…
…tomo dos flechas…intento acomodarlas en sus cuerdas, pero no lo consigo con una de ellas…vuelvo a intentarlo…con pulso tembloroso comienzo a tensar el arco hasta que mi puño llega a mi pómulo y las puntas rozan mis dedos…libero la tensión del arco…una de las flechas apenas consigue un vuelo de varios metros mientras la otra cae en mis pies… es ella la que ahora me ve, serenamente, como si mi presencia la llenase de paz…y vuelve a sonreír…”no lo sintáis”…me dice sin que una sola palabra salga de su boca…”actuad”…
…dejo el arco en el suelo y tomo de la empuñadura mi espada de dos manos, alzándola sobre mi cabeza y lanzándola contra el blanco con tal fuerza que el impulso me desplaza…antes de volver a mirar aquellos maravillosos ojos, mi espada descansaba en el blanco hundida hasta la empuñadura…
“…veis?...me dijo su voz sin pronunciar palabra…no sois peor por lo que fuisteis…sois mejor por lo que ahora sois…pero eso…ya lo sabíais…”…y volvió a sonreír…Sin desear dejar de ver la imagen que reflejaban aquellos ojos llenos de vida y girando un poco la cabeza me retire un paso …quien sois?…pregunte…

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